viernes, 26 de abril de 2013

Aventuras y misticismo en el 4/20



Primero y, a modo de introducción, creo que sería acorde comentar sobre lo que me refiero cuando pongo "4/20" en el título. Antes de que supongan que se trata de una fracción y que lo que leerán a continuación es un planteo matemático de como administrar mejor algún suministro quiero comentar que no es el caso.
La historia del "Cuatro y Veinte" comienza aproximadamente en 1971 en la secundaria de San Rafael, California. Un grupo de jóvenes que se hacían llamar los "Waldos" acordó reunirse a las 4:20 en la estatua de Louis Pasteur para buscar un depósito de cannabis. Después de varios intentos fracasados de encontrarlo, decidieron repetir la rutina pero limitándose a fumar cannabis. La historia creció gracias a la publicación en una revista del momento y hoy en día el 20 de Abril (4/20 en el calendario norteamericano) es considerado un día de recreación donde uno se puede dar el lujo de fumar droga sin motivos específicos para abrir un portal con otros fumadores que también lo están haciendo en el momento y entrar en una suerte de sesión de chat cannábica donde cada usuario se registra e inicia sesión automaticamente una vez que enciende e inhala el humo de marihuana. Bueno, no tan así pero igual está re bueno. Ahora que hay un poco de trasfondo, voy a comentar como fue mi último 20 de Abril.
Amanecido con un bellísimo tono dorado sobre la superficie de aquellos objetos que se encontraban bajo la luz de la ventana, decidí comenzar el día escuchando Sleep para que todo sea relativo, desayuné con el canto de los pajaritos, y el de Al Cisneros.
Luego de unas horas cuyo recuerdo fue eliminado de la memoria para poder recordar temas del examen de la semana que viene, apareció mi compañero Afro Zombie con quien pasamos una gran cantidad de horas de la tarde manipulando un tipo de fauna vegetal específica y conversando sobre diversos tópicos. Hubiese sido un buen registro audiovisual ya que la conversación fue desde música, pasando por chusmeríos, pegando una vuelta en la esquina de la historia antigua, tomando la 519A hasta conocimientos de botánica en general y culminando en una charla gastronómica donde se narraron platos abundantes y majestuosos, comidas dignas de un galardonado festín.
Mientras el sol se ponía y disfrutábamos de ese sabrosísimo néctar que es la cerveza Miller, decidimos ir en búsqueda de comida y otras cosas, realizando de esta manera un abastecimiento para la noche que nos deparaba. Una vez dentro del supermercado todo parecía tan sabroso y tentador, las marcas eran increíblemente llamativas y todo producto poseía alguna característica que despertaba una potente curiosidad. Tras un gran esfuerzo por recordar lo que debíamos comprar y por omitir todo aquello que se infiltró en la lista inexistente una vez que ingresamos al recinto, llegamos a la caja. Afortunadamente el trámite fue ligero y en pocos minutos nos encontrábamos camino al auto. A medida que nos alejábamos del supermercado imaginamos lo sabrosas que serían las diversas comidas compradas, y fue durante esta conversación que nos dimos cuenta de lo barato que había salido todo. Una vez en casa hicimos el cálculo, debido a que el ticket lo entregamos a un museo pensando que era una tabla originaria de los 10 mandamientos, y nos dimos cuenta que la persona encargada de cobrarnos todo había cometido un horrible error al saltearse unos, aproximadamente, cuarenta pesos. No nos hicimos mucho drama y le otorgamos la responsabilidad de ello al misticismo del 4/20.
Luego de una sabrosa cena comenzamos a preparar todo lo necesario para una noche en Punta Alta, donde tocaríamos por primera vez con nuestra banda, en una maravillosa muestra de casualidad y relevancia, durante el 4/20.
El auto se encontraba abarrotado entre partes de batería, comida y latas de cerveza, antes de partir iniciamos la ceremonia para rendirle culto en su día a nuestra deidad, y finalmente partiendo al punto de reunión. Una vez allí establecimos coordenadas y, en una fila de automóviles que parecía imitar a la caravana presidencial, iniciamos nuestro camino hacia la ciudad vecina.
Aquel viaje fue memorable, mientras la autopista se abría oscura como un pasaje hacia otra Dimensión, en el interior del auto sonaba un compilado de música extraña que mataría del susto al doctor Miroli. En un momento tomamos un atajo por el basurero municipal, transitando una ruta con arbustos al rededor y agua en la mitad de la calle. Fue otro de esos momentos dignos de haber sido conservado en material audiovisual.
Llegados finalmente a Punta Alta comenzamos a desembarcar y continuar el ritual que había iniciado en la Coprópolis. Me encontraba solo descargando las cosas del transporte y fue entonces cuando se arrimó un auto de la ley, una carroza con esos colores inconfundibles, aquella distintiva luz intermitente en el techo que sugiere una amargura en la mayoría de los casos. Repentinamente sentí como se me estrechaban los vasos sanguíneos y dentro suyo corrían miles de cucarachas con ácido muriático en sus extremidades, algunas se atascaban en mi garganta y otras se infiltraban en la corteza cerebral. Vi caer en pedazos, mutilado y torturado al majestuoso 4/20, lo escuché gritar por piedad y quebrar las uñas contra la pared en un intento de sufrir algo menos doloroso que la mismísima realidad. Ante todo ello decidí actuar como si ninguna de estas circunstancias se hubiese hecho presente.
-Hola- Dijo el oficial que se encontraba dentro del patrullero, con un tono carente de emoción que lo pone a uno en la duda sobre las condiciones en las que se dirige.
-Hola, ¿Qué tal?- respondí cordialmente.
-Bien...che, ¿Quiénes tocan en "La Motoquera" hoy?-
Tratando de disimular la sorpresa ante aquella inesperada pregunta respondí -Dimensión Oculta, que somos nosotros, Trauma Corp, Castradas y Second White-
Pareció analizar minuciosamente esa información, para continuar -Ah, ¿Y ustedes qué tocan?-
Intenté disimular el género de alguna manera para evitar sospechas pero las cucarachas jugaron conmigo -Hacemos una especie de Stoner Doom medio colgado-
-¡Ah mirá qué bueno! Bueno che, ¡suerte y qué lo pasen lindo entonces!-
-Muchísimas Gracias, ¡Hasta luego, qué tenga buenas noches!-
Frente a la primer persona que salió del bar comencé a saltar como un taladro, emocionado como una quinceañera minutos antes de su rito de paso en la vida. Hasta los policías actúan con buena onda en este maravilloso y particular día, otra obra del místico 4/20.
A medida que la gente llegaba al bar surgían historias de todo tipo, de esas que  se cuenta la gente que pasa tiempo sin verse. De esta manera transcurrió el tiempo hasta que comenzó la primer banda, Second White. Repentinamente, tres compañeros y yo, fuimos hechizados por un brujo de punta alta que nos manipuló el estómago de una manera retorcida. En una escena lamentable, de total agonía, trazamos un plan para romper el hechizo, decidimos ir a comprar un pancho a la plaza. Una vez llegados allí observamos que el lugar estaba cerrando, suplicamos por la venta de algún alimento pero se rehusaron, justo cuando estábamos a punto de quebrar en lágrimas ocurrió un milagro. Solo una deidad tiene el poder suficiente como para lograr semejante maravilla. Las lágrimas cayeron de todas maneras, pero fueron de felicidad, una emoción tan dulce y sabrosa como el pancho que anunciaba el pizarrón del local vecino. Entramos sin dudarlo a reclamar nuestro alimento.
El lugar en su interior podría haber confundido a cualquiera con que se trataba del rodaje de "Gummo 2" o alguna película nueva de Harmony Korine. Ordenar aquellos panchos fue una operación tan complicada como desarmar una bomba atómica portátil o pilotear un transbordador espacial en el Autódromo de Luján de Cuyo, pero pudimos lograrlo efectivamente haciendo el trabajo en conjunto, y fue cuando nos sentamos a esperarlos que pudimos contemplar el escenario con el detenimiento que se merecía. Dos adultos con intimidantes bigotes, de unos cincuenta y tantos años, con vasos de cerveza en la mesa y varios vasos más dentro de su organismo, se encontraban en pleno éxtasis mientras sonaba "El Chaqueño Palavecino" en la rockola. Al mismo tiempo me encontré regocijado contemplando las expresiones de mi estimado Vengador Tóxico frente a la chacarera, casi como las expresiones de piedad del 4/20 cuando se acercó el patrullero.
Nos pareció una excelente idea invertir dinero para que suene un tema de los pibes chorros, tras un intento fracasado insertamos otra moneda, y otra, y otra. Gastando cuatro pesos, siendo un peso por tema, en un esfuerzo inútil por musicalizar el ambiente de otra manera. En ese momento llegó un mensaje de texto del guitarrista de Dimensión Oculta que decía "Caigan al recinto que terminó la banda". Nuestra respuesta al unísono fue: -Uh....-
Gracias al 4/20 los panchos llegaron en seguida y los devoramos en el camino, de todas maneras llegamos un poco tarde y ahora quiero que se tomen un momento para pensar y responder la siguiente pregunta:
¿Hay acaso algo más Stoner que llegar tarde a tocar porque te fuiste a comprar un pancho en un intento por saciar el hambre repentino?
Cuando se encontraba todo en orden para dar inicio al primer recital de Dimensión Oculta, nos dirigimos a una pequeña ceremonia en la cual le rendiríamos culto al majestuoso día en el que nos encontrábamos. Luego de ello estábamos listos para ser parte del principio de un momento tan ansiado por nosotros. Como conclusión debo admitir que la espera valió la pena y si alguno de los presentes está leyendo o también si alguien ajeno a todo esto leyó hasta acá, voy a aprovechar para agradecerles desde lo más profundo de mi mohoso corazón.
En un acto de revivir la noche en un horario tan tarde como lo son las cuatro de la mañana, Castradas y Trauma Corp hicieron lo suyo para activar a todos en un pogo amistoso y violento que despaviló a todos los que comenzaban a cabecear y ansiar la almohada.
Cuando creía que el 4/20 había dado todo lo suyo, comenzamos a manejar de vuelta para nuestra ciudad de origen. Nuevamente noté lágrimas cayendo por mis mejillas y el dulce sabor de la felicidad, al recordar que en la mochila todavía tenía un paquete de papas fritas, dos alfajores, varias "tortuguitas" y una cerveza en la conservadora, todo en un acto de majestuoso sacrificio y entrega por parte de una fecha tan bella.
Mientras el cielo reducía su escala de colores oscuros progresivamente, masticaba con una sonrisa y pensaba en que todo esto sólo podría haber ocurrido en una fecha particular.








   El temporizador del horno que se encuentra en la cocina de casa permanece de esta manera desde que tengo seis años. Hace poco entendí lo que estaba insinuando.

Caver.


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